Con el nuevo gobierno en marcha, el 2025 fue un año marcado por cambios profundos en la política, economía y sociedad argentina. Un balance entre tensiones y transformaciones.
Por Marina Klaptton
El 2025 quedó grabado en la historia argentina como un año de fuertes contrastes. El gobierno de Javier Milei implementó reformas económicas radicales, incluyendo la dolarización, que generó reacciones divididas. Mientras algunos sectores aplaudieron la estabilización monetaria, otros criticaron su impacto en el poder adquisitivo y el aumento de la desigualdad.
En el plano político, la polarización continuó intensificándose. Protestas masivas contra las medidas de ajuste fiscal y el arancelamiento de universidades públicas sacudieron las calles, evidenciando una creciente tensión social. Al mismo tiempo, los movimientos sociales y sindicales recuperaron protagonismo, planteando alternativas al modelo neoliberal del gobierno.
En el ámbito económico, las reformas estructurales implementadas por el gobierno marcaron un antes y un después. La dolarización buscó combatir la inflación crónica, logrando cierto grado de estabilización monetaria. Sin embargo, los efectos secundarios de esta medida incluyeron una pérdida de competitividad en el comercio exterior y un incremento en la desigualdad social. La privatización de empresas estatales clave, como las de servicios públicos, despertó fuertes críticas, especialmente por las subas en las tarifas de energía y transporte.
El desempleo y la pobreza, aunque moderadamente contenidos en términos estadísticos, se sintieron con fuerza en las capas más vulnerables de la sociedad. Los sectores populares enfrentaron un deterioro en sus condiciones de vida debido al ajuste fiscal y a la reducción de subsidios. La brecha entre los sectores más ricos y más pobres se amplió, exacerbando las tensiones sociales.
En el plano educativo, el arancelamiento de las universidades públicas generó un fuerte rechazo. Las movilizaciones estudiantiles se convirtieron en un fenómeno recurrente, reclamando no solo por la gratuidad educativa, sino también por el respeto a los derechos sociales conquistados en décadas pasadas. La discusión sobre el rol del Estado en garantizar la igualdad de oportunidades educativas dominó gran parte del debate público.
Por otro lado, la sociedad civil demostró una gran capacidad de organización y resistencia. Movimientos sociales, sindicatos y organizaciones de base articularon nuevas estrategias para contrarrestar el modelo de ajuste. Estas entidades no solo rechazaron las políticas gubernamentales, sino que también plantearon propuestas alternativas centradas en la justicia social, el desarrollo sustentable y la redistribución equitativa de los recursos.
El impacto internacional también fue significativo. La nueva política exterior de Argentina, orientada hacia alianzas con potencias como Estados Unidos y un alejamiento parcial de sus socios del Mercosur, generó tensiones regionales. Este giro diplomático buscó atraer inversiones extranjeras directas, pero también puso en jaque la integración latinoamericana y los lazos tradicionales con países vecinos.
El 2025 también estuvo marcado por debates ideológicos profundos. Mientras el gobierno promovía un discurso de «libertad individual» y desregulación, amplios sectores de la sociedad plantearon la necesidad de preservar un Estado fuerte y presente. Esta discusión se reflejó en los medios, las redes sociales y las conversaciones cotidianas, alimentando una polarización que parece haberse convertido en el sello distintivo del periodo.
En conclusión, el 2025 fue un año que dejó huellas profundas en la historia reciente de Argentina. La tensión entre las reformas neoliberales y las demandas sociales expuso las fragilidades estructurales del país, al tiempo que destacó la resiliencia y organización de su sociedad civil. De cara al futuro, el desafío radica en encontrar un equilibrio entre crecimiento económico, equidad social y estabilidad política. La pregunta central que surge es si 2026 podrá ser el año en que Argentina comience a cerrar estas brechas o si los conflictos actuales se profundizarán.