El 2024 ha sido un año crucial para la política internacional, con eventos que redefinen las relaciones entre potencias globales, conflictos regionales y nuevas dinámicas de poder. La guerra en Ucrania, la competencia entre Estados Unidos y China, y la emergencia de nuevas crisis en África y Medio Oriente son solo algunos de los capítulos de un año marcado por una compleja red de interacciones geopolíticas.
Dr. Linus Linde
El año 2024 se presentó como una de las etapas más críticas en la historia reciente de la política internacional. A medida que el mundo avanza hacia un sistema multipolar, se percibe un debilitamiento de las estructuras unipolares dominadas por Estados Unidos desde la caída de la Unión Soviética. En este sentido, la política global de 2024 ha sido definida por una serie de tensiones, alianzas renovadas y conflictos en diversas regiones del planeta, lo que marca el curso de las relaciones internacionales en el futuro inmediato.
La guerra en Ucrania, que comenzó en 2022, continúa siendo el conflicto central en la geopolítica europea. A pesar de los esfuerzos diplomáticos y las sanciones internacionales impuestas sobre Rusia, el conflicto se ha prolongado, con efectos devastadores tanto para Ucrania como para las relaciones internacionales en general. En 2024, las líneas de frente no han cambiado significativamente, pero se ha intensificado el apoyo occidental a Ucrania, con la llegada de más armas y asistencia financiera desde la Unión Europea y Estados Unidos. Por otro lado, la resistencia rusa sigue siendo férrea, aunque las sanciones económicas han comenzado a afectar su economía de manera más pronunciada.
La diplomacia internacional también ha jugado un papel clave. En 2024, las conversaciones sobre un posible cese al fuego no han avanzado de manera significativa, pero la presión sobre Moscú se ha intensificado, y algunos países de la OTAN han incrementado su presencia militar en Europa del Este, mostrando una unidad renovada ante la agresión rusa.
En 2024, China ha consolidado su posición como una de las principales potencias globales, no solo en términos de economía, sino también en su capacidad militar y geopolítica. El gobierno de Xi Jinping ha continuado con su política de expansión de la iniciativa de la Franja y la Ruta, buscando aumentar su influencia en Asia, África y América Latina. Esta expansión no ha estado exenta de tensiones, especialmente en el Pacífico, donde la disputa sobre el Estrecho de Taiwán sigue siendo uno de los puntos más calientes de la política internacional.
Estados Unidos, por su parte, ha intentado frenar el avance de China mediante una serie de estrategias económicas y militares. El 2024 ha sido un año de confrontación, aunque más fría en comparación con los picos de tensión de 2023. Las políticas estadounidenses se han centrado en contrarrestar el poder chino a través de alianzas estratégicas con países del Indo-Pacífico y la implementación de sanciones económicas en sectores clave como la tecnología y las materias primas.
Sin embargo, China también ha enfrentado desafíos internos, como la desaceleración de su economía, problemas demográficos y las consecuencias de su estricta política sanitaria, lo que ha generado tensiones sociales y políticas internas. A nivel internacional, Beijing ha buscado posicionarse como el líder del Sur Global, especialmente en foros internacionales como los BRICS, buscando contrarrestar la influencia de Occidente.
El Medio Oriente sigue siendo un punto de conflicto constante, con diversas crisis regionales que marcan la agenda internacional. El conflicto en Siria continúa siendo uno de los focos de atención, con actores internacionales como Rusia, Turquía, y Estados Unidos involucrados en la dinámica interna del país. En 2024, el gobierno de Bashar al-Assad, con el apoyo ruso e iraní, ha logrado consolidar su control sobre la mayoría del territorio sirio, pero aún enfrenta una resistencia significativa de grupos opositores.
Sin embargo, la principal novedad de 2024 ha sido la reactivación de los acuerdos diplomáticos en la región. En un giro inesperado, varios países árabes, incluidos Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos, han comenzado a normalizar sus relaciones con el régimen de Assad. Este proceso ha sido impulsado en gran parte por la necesidad de garantizar la estabilidad regional y el acceso a los recursos energéticos del Medio Oriente, aunque el desafío de estabilizar Siria sigue siendo monumental.
En paralelo, el conflicto israelí-palestino sigue siendo un tema central en la política internacional. A pesar de los esfuerzos por parte de actores internacionales como Estados Unidos y la Unión Europea para mediar en las conversaciones, las tensiones entre Israel y Palestina no han disminuido, y los enfrentamientos en Gaza siguen siendo frecuentes.
El cambio climático se ha consolidado como uno de los principales desafíos globales en 2024, con eventos meteorológicos extremos, como huracanes, sequías y olas de calor, que han afectado a millones de personas en todo el mundo. Los acuerdos multilaterales sobre el cambio climático, especialmente en el marco de la COP, han continuado siendo un terreno de fricción entre países desarrollados y en desarrollo.
La presión para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero ha aumentado, pero las negociaciones siguen siendo difíciles. Las economías emergentes, como China e India, han expresado su preocupación por el impacto que las políticas climáticas pueden tener sobre su desarrollo económico, mientras que los países del norte global, liderados por Estados Unidos y la Unión Europea, han presionado por compromisos más ambiciosos.
En 2024, el reto de la transición energética ha sido central en las discusiones internacionales, con algunos avances hacia una mayor cooperación en la adopción de energías renovables, aunque las diferencias económicas y políticas siguen siendo obstáculos importantes para una acción global unificada.
En 2024, América Latina ha experimentado un cambio significativo en su panorama político. Con la llegada al poder de gobiernos más progresistas en países como Brasil y Argentina, la región ha fortalecido sus lazos con actores internacionales fuera de la órbita de Estados Unidos, buscando diversificar sus relaciones económicas y diplomáticas. Sin embargo, la crisis económica en varias naciones latinoamericanas ha hecho que las tensiones sociales y políticas sigan siendo un tema candente.
Por otro lado, África ha visto un renovado interés por parte de las grandes potencias globales. En 2024, China, Estados Unidos y la Unión Europea han intensificado sus esfuerzos por acceder a los recursos naturales y estratégicos del continente, en un momento en que varios países africanos buscan una mayor autonomía política y económica.
Finalmente, 2024 ha sido el año en que la tecnología y la ciberseguridad se han consolidado como factores clave en la política internacional. Con el auge de la inteligencia artificial, la ciberespionaje y las manipulaciones tecnológicas, los gobiernos se han visto obligados a adaptarse a nuevas realidades. El control de la información y la vigilancia masiva han generado debates sobre los límites entre la seguridad nacional y los derechos individuales, mientras que la competencia por la supremacía tecnológica se intensifica, especialmente entre Estados Unidos y China.
El 2024 ha sido un año de tensiones, transformaciones y reconfiguraciones de poder a nivel mundial. Las relaciones internacionales han experimentado profundas alteraciones, impulsadas por los conflictos prolongados, los desafíos económicos globales y las emergentes dinámicas de poder. A medida que el mundo avanza hacia un sistema más multipolar, la política internacional del 2024 deja claro que la estabilidad global dependerá de la capacidad de las naciones para navegar en un mundo de complejidad creciente, en el que las alianzas y los antagonismos son cada vez más fluidos y cambiantes.