Agustín Osorio se subió al podio en lanzamiento de jabalina. Un merecido premio para padre e hijo, de Marcos Paz al mundo.
Mientras en el sector destinado a la prensa nos acomodábamos para presenciar la participación del argentino en jabalina, por los parlantes anunciaban las diversas disciplinas que se desarrollaban simultáneamente en la pista de atletismo: salto en alto, salto con garrocha, 110 m vallas, etc. A lo lejos, los lanzadores entraban en calor sus músculos: comenzaba la competencia con una puntualidad sorprendente.
Si bien la distancia entre el sector de medios y los deportistas era grande, se podía diferenciar la figura de Agustín: allá a lo lejos, vestido de azul, esperando su turno. Ansiosos esperábamos al representante argento, el último en lanzar. Divisamos sus movimientos y su ondeada melena negra a lo lejos. Ahí viene: la jabalina se elevó y se perdió en cielo, lejos, bien lejos, un lanzamiento fortísimo… Pero la desazón fue grande cuando la banderita blanca no se levantó…lo marcaron nulo por alguna razón que nadie prestó atención, porque hipnotizados mirábamos la parábola de la jabalina que no caía nunca. Nervios en la prensa presente. Encima, el rubio vestido de celeste…
El sudafricano, quien era el rival a superar, tuvo una performance muy por debajo de lo esperado, cada lanzamiento era un respiro para todos los que estábamos ahí. Pero apareció al finlandés, que había hecho una buena marca la jornada anterior pero que ayer sorprendió a todos: lanzó por encima de los 76 m., y luego casi 79 metros! Luego el representante checo y el indio también se esforzaron y tiraron por arriba a los 72 m. Se sumó sorpresivamente el keniata a la pelea. Había que hacer cuentas, pero el segundo lanzamiento de nuestro Agustín fue una explosión: superó los 74 m.! Todo indicaba que el bronce ya estaba asegurado, el Oro sería para el escandinavo y la Plata estaba casi en nuestras manos, o mejor dicho en el potente brazo de Agustín. Sumas y más sumas de los presentes. ¿Cuánto tiró el checo? ¿Setenta y dos con cuánto marcó la pantalla?, nos preguntábamos…
El final ya es conocido. Izamiento de la bandera argentina. Aplausos y fotos.
“¿A quién se lo dedicás”?, le preguntaron. “A mi papá”, afirmó a pura emoción y sin dudarlo. Allí estaban ellos, abrazados, con la felicidad que producen los logros que emergen de la ternura y el esfuerzo.
Medalla de Plata, sonrisa larga del argentino en el atardecer del Parque Olímpico.
Ph: mundod.lavoz.com.ar
Nicolás Vela – AFEN