El servicio de la línea de tren se encuentra en su peor momento desde que el Estado tomó el servicio a su cargo. Excesivos tiempos de viaje, demoras y cancelaciones diarias en los tres ramales eléctricos y falta de formaciones suficientes llevaron a la línea a una situación muy delicada.
Los trenes metropolitanos del AMBA se encuentran en una situación delicada que se profundiza con el correr de los días. Si bien los problemas son generalizados en toda la red, la línea Mitre es la más afectada y el deterioro ya alcanza a los tres ramales eléctricos y a los servicios diésel.
Las demoras y cancelaciones fueron la regla durante la última semana y continuaron ocurriendo estos días. Las alteraciones repentinas provocaron inconvenientes a diario, sobre todo en el horario pico, cuando se generaron intervalos muy largos entre los servicios. Si bien aún no están disponibles para los últimos meses las estadísticas de servicio que elabora la CNRT, la degradación de las condiciones de viaje y la falta de previsibilidad para los pasajeros han llevado a la línea a una situación que recuerda a la época de la ex concesionaria TBA. Hay demoras de casi media hora en la frecuencia.
Particularmente, la cancelación de servicios en horario pico matutino en el ramal a Bartolomé Mitre –que tiene una frecuencia fija de un tren cada media hora– llevó el intervalo entre trenes a una hora, mientras que en el ramal a José León Suárez también están siendo frecuentes las cancelaciones de al menos un tren por hora. Ninguna de estas afectaciones es reconocida en los horarios oficiales del servicio.
En el ramal a Tigre, por su parte, aún sin cancelar trenes el mal estado de la infraestructura lleva al espaciamiento irregular de los servicios, ya que frecuentemente los trenes tardan en completar el recorrido más de lo previsto por horario. La mayor afectación se ha visto en hora pico vespertina, cuando los servicios en sentido a Retiro están presentando intervalos superiores a los 20 minutos entre trenes.
Tal como explicó este medio, en el caso del ramal Tigre, el incremento en los tiempos de viaje quedó oficializado con la entrada en vigencia de un nuevo boletín de vía que agrega una gran cantidad de limitaciones de velocidad por el mal estado de la infraestructura, llevando el tiempo de viaje entre Retiro y Tigre a aproximadamente 1:10 hora, frente a los 52 minutos del diagrama anterior.
No se trata de precauciones por obras, ya que los trabajos de renovación integral de vías, adjudicados el año pasado y a ejecutarse con un préstamo del Banco Mundial, se encuentran actualmente paralizados, al igual que numerosos proyectos ferroviarios con financiamiento internacional.
En los ramales José León Suárez y Mitre, en tanto, el motivo principal de las demoras es la falta de material rodante suficiente para asegurar todos los servicios. Esto se debe a la falta de repuestos en talleres propios de Trenes Argentinos Operaciones (SOFSE) y a reparaciones demoradas, ya que la actual gestión en general interrumpió cualquier erogación presupuestaria, incluso aquellas vinculadas con trabajos críticos para la mejora o continuidad de los servicios.
EnelSubte se comunicó con SOFSE para conocer las explicaciones oficiales por las “demoras y cancelaciones” que desde hace días informan los canales oficiales de la empresa respecto de la línea Mitre, pero al cierre de esta nota no había recibido ninguna precisión.
Cabe recordar que desde enero rige un recorte de servicios tanto en los ramales a Tigre como a José León Suárez. En ese momento, desde la empresa alegó que la decisión se debía a razones de estacionalidad y racionalización del material rodante, algo que no es coherente con medidas tales como el refuerzo de los servicios nocturnos para el Lollapalooza. A pesar de haber finalizado la temporada estival, continúan vigentes los mismos cuadros horarios lo cual pone en dudas las razones esgrimidas por las autoridades.
Esta situación se enmarca en el deterioro general del sistema ferroviario metropolitano. La virtual intervención de las empresas ferroviarias por parte del Ministerio de Economía, que parece concebir a los trenes únicamente como un costo a reducir, da como resultado una degradación continua y sostenida de la calidad del servicio.
Más allá de lo inmediato, el Gobierno insiste con la privatización del servicio, a pesar del fracaso de esta estrategia en la primera versión de la Ley Ómnibus, que naufragó en el Congreso. La nueva redacción del proyecto vuelve a incluir, precisamente, a la operadora estatal de pasajeros SOFSE y a la carguera Trenes Argentinos Cargas (BCyL). El empeoramiento del servicio presenta indicios de ser deliberado o, cuanto menos, funcional a la estrategia oficial.
Esta política de dejar-caer intencionalmente fue bautizada “efecto FEMESA” por este mismo medio hace algunos años, en relación al proceso ocurrido durante la década de 1990 previo a las privatizaciones. El fin último es mostrar un posterior shock de inversiones por parte de las empresas privadas que operen el servicio, que en muchos aspectos es artificial como por ejemplo, exhibiendo mejores números de pasajeros transportados simplemente por controlar la evasión del pago de pasajes. En el corto plazo, la inacción de las autoridades genera una degradación fuerte del servicio y a largo plazo mayores esfuerzos para recuperar la desinversión acumulada.
En este caso, no obstante, no está claro siquiera qué shock de inversiones pudiera aportar una privatización: las inversiones propuestas por las concesionarias privadas durante la década de 1990 fueron financiadas por el Estado. El actual gobierno rechaza cualquier principio de intervención pública, e incluso ha paralizado las obras que contaban con financiamiento de organismos internacionales, la renovación de vías del ramal Retiro – Tigre y extensión de la frontera eléctrica de la línea Mitre entre ellas.