Más allá de debate abierto sobre la dolarización, el gran objetivo es que la desocupación debilite a los sindicatos para terminar con las paritarias. Reducción del Estado, reforma laboral y apertura comercial aparecen como objetivos fundamentales en dicho sentido.
La cercanía de las elecciones obliga a los candidatos a afinar sus propuestas de política económica. Especialmente en materia de estabilización de precios, dado que solucionar el problema de la inflación aparece como la primera demanda de la sociedad. Más allá de las diferencias del elenco opositor respecto de la dolarización, tanto los referentes económicos de Juntos por el Cambio como los de Milei coinciden en la necesidad de avanzar en la reducción del Estado, aplicar una reforma laboral y en la apertura comercial.
A partir de esas medidas aparentemente inconexas piensan disciplinar la puja distributiva en el marco de un programa antiinflacionario que, sin embargo, depende crucialmente de la capacidad de estabilizar el mercado de cambios y de desarmar la indexación de los precios.
Objetivos
Las políticas de ajuste del gasto público, privatizaciones, reducción de programas sociales que, con matices, sostienen los principales referentes de la oposición, tienen dos objetivos. Por un lado, el achicamiento del Estado les permite plantear la reducción de las cargas sociales e impositivas a las empresas, un pedido claro del círculo rojo a sus referentes políticos.
Por otro lado, son medidas que tienden a incrementar la tasa de desempleo, ya sea estatal o privado, dado que el menor gasto público significa, del otro lado del mostrador, menos ingresos de sus proveedores, así como de quienes venden productos a la masa de empleados públicos y beneficiarios de programas sociales ajustados.
Un elevado nivel de desempleo, como muestra la experiencia de despidos masivos de trabajadores de las empresas del Estado en la previa de la convertibilidad a comienzos de los años noventa del siglo pasado, es la mejor herramienta para debilitar a los sindicatos. Una clase obrera con sus organizaciones debilitadas no podrá oponerse a una reforma laboral y, especialmente, al fin de las paritarias que, por lo bajo, los referentes económicos de la oposición juzgan indispensable para terminar con la inflación.
La otra pata del disciplinamiento de precios es la apertura comercial, donde el ingreso masivo de importaciones impone un techo a la posibilidad de trasladar los aumentos de los costos a los precios por parte de los empresarios, so pena de perder mercado frente a los productos importados.
El uso de la apertura importadora como herramienta de disciplinamiento de precios debe ir acompañada de un régimen cambiario que evite la devaluación de la moneda (dolarización, caja de conversión o bien, una política cambiaria de apreciación), ya que de lo contrario el techo de precios impuesto por la apertura puede ser desplazado mediante devaluaciones nominales.
Pero ahí se encuentra una de las principales dificultades que deberá enfrentar el programa opositor: la disponibilidad de dólares para estabilizar el mercado cambiario. La otra es romper la indexación de hecho o contractual de numerosos precios de la economía, como alquileres y costos financieros, sin lo cual el programa liberal genera un atraso cambiario en convivencia con inflación, similar al que produjo el fracaso de la “tablita” de Martínez de Hoz en la última dictadura.
Fuente: www.pagina12.com.ar