Los femicidios, que no se detuvieron durante la cuarenta y continúan con ritmo escalofriante, son la punta del iceberg de formas de conflictividad que ocurren en el suelo doméstico, espacio en el que muchas personas tienen que convivir forzosamente con sus agresores. Las políticas de emergencia, como el “barbijo rojo”, parece ir a contramano de la protección de quienes están en riesgo sobre todo cuando la contraseña se difunde por todos los medios. Y la línea 144, que es la oferta más clara para ponerse a salvo necesita ser reforzada. Los feminismos, las organizaciones sociales y sindicales y parte del poder político de un gobierno que tenía previsto atacar estas violencias se pronunciaron desde diversos espacios y hay acciones y reflexiones que pueden acercarse a una solución pero la decisión política debe ser total y definitiva. Lo cierto es que durante el mes de marzo 27 mujeres fueron asesinadas y muchas de ellas, ya habían pedido ayuda.
Por Estefanía Santoro y Flor Monfort
Imagen de José Nico
El 28 de marzo fueron encontradas muertas cinco mujeres que estaban desaparecidas. En todo el mes, 27 fueron asesinadas por sus parejas o ex parejas. Además, tres niñas fueron halladas muertas por femicidios vinculados. Mientras se escribe esta nota, en Tigre encontraron ahorcada a María Florencia Santa Cruz, de 30 años, con signos de haber sido abusada. Desde que comenzó el 2020 ya son 80 las asesinadas, una cifra que aumenta con siete muertes de personas trans o travestis causadas por la falta de acceso a derechos básicos como educación, salud, trabajo y vivienda. La mayoría de estas muertes se vinculan a enfermedades evitables de las que no mueren tempranamente otras poblaciones.
Estamos atravesando un momento excepcional producto de la pandemia por el Covid-19. Desde los medios de comunicación y las redes sociales se insta a la población a quedarse en casa pero dando por sentado que ese, el doméstico, es un espacio de confort y bienestar y no de tensiones y violencias. Puede pensarse en los niños y niñas acosados por un mayor que lxs abusa sexualmente, una mujer sometida a agresiones constantes por parte de su pareja o una persona mayor dejada a su suerte en medio de esta crisis existencial, social y económica que nos aqueja.
Los escenarios son múltiples pero de lo que se trata no es de adivinar una situación detrás de cada puerta sino de implementar políticas que alivien a todas, o prevengan la exacerbación de aquellas que pueden producir sufrimientos mucho mayores y a largo plazo que el coronavirus. Mucho se habla de la necesidad de un cambio social, de solidaridad, de colectivizar las tareas de cuidados -que recaen «naturalmente» en los hombros de las mujeres- y de la importancia de privilegiar la salud por sobre la economía. Se habla del fin del capitalismo y hay un consenso social en que salir a la calle o desatender la cuarentena merece ser castigado. Pero frente a los límites impuestos por el aislamiento ¿cómo repensar la familia y los vínculos, cuando el peligro se encuentra dentro del hogar? Frente a una pandemia, que perjudica la supervivencia de tantas personas, el gobierno nacional entregó subsidios, frenó los aumentos de los alquileres y prohibió la suspensión de servicios. Pero no alcanza. Hoy las medidas de aislamiento social recrudecen la violencia machista ¿Por qué aún no se han implementado medidas urgentes para enfrentarla? ¿Por qué esta emergencia no forma parte de los mensajes a la población en la crisis por el COVID-19? ¿Cómo generar comunidad, cuidados, alertas? ¿Cómo hacer de los hogares un lugar seguro?
La preocupación es general, como alertó la titular de la Unidad Fiscal especializada en cuestiones de género (UFEM), Mariela Labozzetta, las denuncias recibidas en la Oficina de Violencia Doméstica (OVD) de la Corte Suprema de la Nación que emite medidas de protección al momento de recibir la denuncia, bajaron dramáticamente. Si antes de la cuarentena se recibían casi 50 por día, ahora apenas llegan a la OVD cuatro o cinco. «Eso quiere decir que hay muchos casos que no están encontrando cómo resolverse. Desde la UFEM, el martes mismo, al día siguiente del ruidazo feminista, se difundió un instructivo para fiscales de medidas para tomar en caso de violencia de género «priorizando la actuación del Ministerio Público Fiscal en esta temática urgente».
La sociedad será la misma si los pedidos de auxilio continúan sin ser oídos. Urge un cambio de paradigma que recoja el guante de lo que los feminismos vienen diciendo desde todos los espacios posibles pero sobre todo desde las calles, cuando estalló su rugido el 3 de junio de 2015. La cruzada contra la pandemia que ataca al mundo debe librarse combatiendo en simultáneo a la violencia patriarcal que, lejos de alivianarse, sigue cobrando vidas. La consigna “quedate en casa” debe contemplar de manera integral la violencia hacia mujeres, lesbianas, bisexuales, travestis, trans y no binaries. Esa violencia que termina con sus vidas y que no es una pandemia, ni una enfermedad, ni un virus: es la forma más cruel en la que se expresa el machismo.
Alerta feminista
La semana pasada, la primera de confinamiento, terminó con ese termómetro social que imponen los medios cuando la gente sale a las 9 de la noche para aplaudir al personal de salud. Pero las calles eran puro aturdimiento, todavía no quedaba claro en qué casos se podía salir, cómo funcionaban los permisos y qué pasaría con quienes violaban la cuarentena, al tiempo que una noticia se viralizaba: el intendente de Nogoyá, Rafael Cavagna, se solidarizaba con los varones que tienen que quedarse en casa. “Sé que no es fácil estar conviviendo todos los días con tu señora, con los hijos, porque te cansa la situación» dijo y no volvió sobre sus palabras. Con esa naturalidad se sella la impunidad de miles de agresores.
Pero el fin de semana los reflejos de los diversos feminismos, un movimientos tan ancho y plural como la geografía argentina, empezaron a coordinarse. El lunes empezó con un ruidazo convocado por Ni Una Menos para terminar con los femicidios y la violencia machista: la aparición del cuerpo de Claudia Repetto en Mar del Plata, quien estaba desaparecida desde el 1º de marzo, fue detonante. Quienes retuvieron al agresor fueron sus hijos, mientras le rogaban a la fiscalía que detenga a la ex pareja de Claudia lo vieron pasar en bicicleta y decidieron reducirlo, bajo la mirada de la policía. Lo que viene es historia conocida, Ricardo Rodríguez dijo que la mató en un “ataque de celos” y condujo a las autoridades hacia el cuerpo, enterrado junto a los acantilados. Por eso, esa primera señal sonora de ventanas y balcones, que puso en alerta a quienes vienen pensando desde sus aislamientos qué hacer con tanta desprotección, detonó otras, que no tardaron en hacerse llegar.
El martes hubo un llamamiento de feministas históricas, como Nelly Minyersky, Ana María Fernández y Mónica Macha, entre otras, para poner bien en alto la prevención de las violencias (“jerarquizar los servicios de salud pública y realizar una campaña audiovisual urgente” entre varios pedidos) mientras desde el Ministerio de Mujeres, Género y Diversidad se divulgaba la política del “barbijo rojo”, importada de España, que propone acudir a una farmacia y decir esas dos palabras como contraseña para huir del peligro ¿pero si ya está en la farmacia, no más fácil pedir simplemente ayuda? Y si está con el agresor, decir dos palabras que conoce todo el mundo ¿De qué la protegería?
Para Juliana Marino, también firmante del llamamiento, “el tema de la violencia reconoce que algunos procedimientos son lentos, o no son adecuados para proteger a la persona víctima de violencia, se retarda la justicia, o la seguridad o los insumos o la exclusión del hogar, o la búsqueda de un sitio para la mujer y/o los hijos… En estas especiales circunstancias lo importante es señalar que las condiciones dadas se agravan de una manera exponencial. Hay diferentes niveles de intervención que se podrían llevar adelante: lo importante es que el estado nacional, todos sus poderes, todos sus ministerios y sus agencias comprendan que esta (la de la violencia machista) también es una pandemia”.
Una trabajadora de la línea 144 que pide reservar su identidad explica a Las12 que para que la medida del barbijo rojo sea exitosa falta una articulación con el personal de farmacias, que no está capacitado para contener estas situaciones. “Pero además lo que hacemos quienes trabajamos en la línea es pedirle a la víctima que llame cuando está segura, sola o bien resguardada ante una situación peor. Si la mujer llegó a la farmacia no estamos hablando estrictamente del confinamiento, que es lo que nos interesa. En cambio, sí nos llamaron del personal de farmacias para preguntarnos qué tenían que hacer”.
La Campaña Nacional Contra las Violencias hacia las Mujeres (integrada por organizaciones sociales, políticas, sindicales, colectivas y feministas individuales) también redactó un documento post ruidazo. “¡Nosotras, nosotres estamos en emergencia!” dicen allí, pidiendo más presupuesto para la línea 144, creación de subsidios especiales, difusión de las plazas disponibles en los refugios y la atención sobre las interrupciones legales de embarazos, entre otras cosas urgentes. “La 144 no puede ser la única respuesta estatal ya que necesitamos políticas públicas integrales y el funcionamiento de todas las instancias gubernamentales que se necesitan para arbitrar medidas de protección” detallan.
La situación de la línea 144 es particularmente delicada, ya que en ella decantan todos los recursos estatales para contener a las víctimas. En la 144 confluyen alrededor de 80 trabajadoras que realizan turnos de seis horas diarios, un trabajo agotador de por sí que en este momento tiene una demanda excedida. “La violencia es algo estructural y constante por lo que hacer estadísticas ahora mismo es apresurado, pero nosotras sentimos el aumento de llamados. Sobre todo porque exigimos ser menos compañeras en el call para no aglutinar mucha gente en un contexto donde tenemos que evitar el contagio” explica otra trabajadora de la línea, que actualmente depende de Provincia Net (desde la gestión de María Eugenia Vidal) y pide ser estatizada urgentemente. Ella explica que hay mujeres que viven en cuarentena, y su asesoramiento, con el agresor presente, se vuelve muy complicado. “Como trabajadoras nos vemos creando nuevas estrategias y la 144 siempre fue una política de cuidado con la premisa de llamar en soledad. Se complica mucho el asesoramiento además cuando las fiscalías, las defensorías y los juzgados no están funcionando normalmente. Las trabajadoras, además, no gozamos de plus por trabajo esencial, antes de la cuarentena muchas compañeras habían renunciado o tienen carpeta psiquiátrica, entonces que ahora somos menos se nota más” explica a Las12. La atención del 144 es el primer eslabón a partir del cual se nutren un montón de otras políticas, por eso es un trabajo que no puede hacer cualquiera y requiere capacitación.
Estela Díaz, Ministra de las Mujeres, Políticas de Género y Diversidad Sexual de la provincia de Buenos Aires, recoge el guante de estas demandas y explica: “Estamos en proceso de re estatización total, eso es una decisión política, pero no es algo que se puede hacer de un dia para el otro. Pero la posición de Provincia net no es mercantilista y están cooperando. Tuvimos muy poco margen de actuación cuando empezamos a gestionar así que estamos tomando decisiones en contexto de crisis. De todos modos estamos sumando operadoras en la línea y formando otras más para que puedan incorporarse” dice.
Por lo pronto, también el martes, se reunieron las ministras de mujeres, géneros y diversidad de Nación, Elizabeth Gómez Alcorta, y de provincia; junto con la responsable de Ciudad de Buenos Aires, para coordinar casos críticos y unificar los modos de registro de las llamadas.
¿Hogar dulce hogar?
El 87 por ciento de los femicidios que se registraron en 2019 se cometieron en el hogar, según las últimas estadísticas de la Defensoría del Pueblo de Nación. Las trabajadoras de la línea 144 conforman ese grupo de excepción que no puede quedarse en su casa en época de pandemia porque la violencia machista no da tregua nunca. Se trata de una línea de contención y asesoramiento que funciona las 24 horas del día, los 365 días del año para ayudar a mujeres, lesbianas, travestis, trans, y no binaries de todas las edades, que se encuentran en situación de violencia. Se escucha el relato, se despejan variables de riesgo, si es una emergencia se le pide a quien llama que solicite un 911. Cuando la persona está a resguardo se la vuelve a asesorar, se indagan cuáles son sus necesidades y en qué contexto socioeconómico se encuentra para ayudarla a salir del circuito de violencia, por último, se deja la línea a disposición para hacer un seguimiento en caso de ausencia de intervención. Cada llamado es una escucha subjetiva.
Desde el Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad de Nación reforzaron la línea 144 con un aumento de canales de comunicación, sin embargo ¿Qué medida se despliega para aislar a esa mujer, travesti, trans de su agresor? ¿Por qué no se aísla al agresor? ¿Alcanza con un llamado?
La capacidad de acción de la línea en cuarentena se encuentra limitada debido al cierre o reducción de los programas de asistencia y prevención a la violencia y la suspensión de actividades judiciales que quedaron reducidas solo a unas pocas guardias. La cantidad de llamados aumentaron de manera exponencial y faltan operadoras. El martes desde el Ministerio de la Mujeres, Políticas de Género y Diversidad Sexual de la Provincia de Buenos Aires lanzaron una nueva vía de comunicación vía WhatsApp que recibe mensaje de textos y audios al 221 3530 500. «Salió el anuncio a las 18 y a las 20 ya estaba colapsada. No se puede minimizar de ninguna manera el problema de la violencia de género», dice Estela Díaz.
Flavia Delmas, subsecretaria de Políticas contra las Violencias por razones de género de la provincia de Buenos Aires, en diálogo con Las12 explica las últimas medidas implementadas para enfrentar la violencia machista en época de cuarentena.
–¿Están recibiendo casos graves?
–Sí, hay mucha demanda. Por suerte hay una gran cantidad de compañeras comprometidas en los municipios y en los territorios en general. En este momento necesitamos gente que esté atenta a lo que está pasando. Algunas veces la solución pasa por llamar a la línea y hay veces que si la compañera detectó cuál es el problema, se abren otros caminos, sencillo no hay nada.
–¿Cómo articulan los llamados con la justicia?
–Tenemos un caso que dejaron en libertad a un sujeto que es muy violento con la mujer y que además portaba armas. La mujer se mudó de municipio, producto de la violencia, y tenemos que conectar las localidades. Si desde fiscalía le dan domiciliaria, deberían ponerle una pulsera y tenerlo controlado. Este es el problema que tenemos con algunas fiscalías que no tienen perspectiva de género. Otro problema es que no sacan medidas a tiempo. Por ejemplo, para darte un caso paradigmático reciente, la búsqueda de Claudia Repetto, en Mar del Plata, fue de «paradero» hasta que tuvimos una reunión con el Ministerio de Seguridad y ahí pedimos el cambio de carátula. Estaba claro que había violencia de género previa, el tipo tenía un control obsesivo sobre ella y había datos que nos indicaban que nos podíamos encontrar, en el mejor de los casos, con una privación ilegítima de la libertad. Este tipo de cuestiones son importantes y son discusiones que, en este momento las seguimos dando, pero deberían estar claras ya.
–¿Qué otras formas de derivaciones están implementando en los casos de emergencia?
–Todas las líneas en este momento están desbordadas por los llamados, cuando se cierran otros espacios de atención y quedan los teléfonos como el medio privilegiado de conexión con los demás o la virtualidad, las líneas empiezan a colapsar. La subida de llamadas fue impresionante y sigue subiendo, eso es algo que estamos registrando, y tomamos cartas en el asunto, estamos ingresando más personal, entrenando a personas para responder por WhatsApp también, pero hay que capacitarlas, y en este contexto quienes hacen atención telefónica tienen que tener determinadas distancias y resguardos de salud, no puede haber 10 operadoras juntas en un call. Todo esto son situaciones nuevas que nos demandan estar muy atentas. Los casos de alto riesgo los está tomando otro equipo que no es esta línea, es el equipo de casos críticos que articula con comisarías, fiscalías y las direcciones de géneros municipales. Hay muchas mujeres que deciden irse a otro distrito o a otra provincia, en esos casos lo que hacemos en conexión con Nación es producir autorizaciones – las hago yo- son notas de permiso al instante y damos aviso al Ministerio de Seguridad para que cuando esa persona transite tenga la seguridad de que lo va hacer sin problemas porque hay muchas provincias que están cerradas.
–¿Qué acciones se llevan a cabo con los hombres denunciados por violencia?
–Ayer tuvimos una reunión virtual con el decano de la Facultad de Psicología de La Plata y Ariel Sánchez que es el director del Área de masculinidades del Ministerio para ver cómo siguen trabajando los espacios de varones. El problema es que los espacios cerraron, estamos tratando de que se hagan reuniones de manera virtual. Lo que aconsejamos a quienes son amigas de personas que sufren violencia o vecinas es que no pierdan nunca el contacto con ellas y que tengan algún código que solamente conozcan entre sí y, si la persona que está sufriendo violencia no se conectó un día, entonces que eso sea una voz de alarma. Hay que tener una sensibilidad social muy grande y apelar a que esos mecanismos se fortalezcan, así como muchos espacios de atención ahora están cerrados, las personas que hacen acompañamiento en territorio tampoco pueden en este momento hacerlo cuerpo a cuerpo, entonces estos mecanismos de seguir acompañando tienen que estar funcionando y en los barrios es mucho más factible que la persona acceda a través de estas formas de conexión que ir a decirlo a una farmacia, porque capaz ni siquiera hay farmacias cerca, estamos en otra realidad.
–¿Cómo se van a implementar los subsidios para atender casos de violencia machista?
–Hace unos días sacaron una información descontextualizada en la televisión porque falta la resolución que aún no salió. El subsidio nos autoriza a armar el fondo de emergencia, que son convenios que se firman con municipios donde hay mesas locales y lo maneja la mesa local para los casos de violencia. No es que nosotras le damos un subsidio a una persona por sufrir violencia, sino que damos un subsidio a las mesas locales para que puedan atender los casos que les llegan desde compras de pañales, un traslado en un remise, hasta una compañera travesti que se quedó en la calle y no tiene a donde ir. Ahí lo que apuntamos es a la estrategia de aquellos espacios que ya están articulados. También estamos pidiendo que se dé prioridad en la entrega de alimentos a mujeres en situación de violencia y familias donde hubo un femicidio. Nosotras repartimos alimentos una vez por semana en La Plata, pero es indicación a todos los municipios. Si hay una situación de emergencia la persona no tiene que dudar de salir de la casa e ir a la comisaría a denunciar, no es me quedo en cuarentena a esperar que me mate. Y si alguien escucha algo que marque la línea.
Fuente: Página 12